Un día gris y soleado, oyó el sonido de
unos surubíes cantores
(los surubíes cantores, habitaban el pantano y nunca
cantaban,
solamente cuando había buenas noticias).
Pudo ver a lo lejos un tronco marrón.
Sobre el tronco había alguien
haciendo equilibrio con dificultad. En
la cabeza tenía unos enormes
cuernos similares a los de los venados,
pero llevava un chaleco azul
y pantalones a lunares.
Fue así como conoció a Tristeno, que
hacía años trataba de encontrar
un
camino hacia alguna parte. Pudieron dase cuenta de una cosa muy
importante: el
tronco de Tristeno junto con la hoja de Syropella hacían
una embarcación muy
fuerte. Tristeno ya no tenía que hacer equilibrio,
y Syropella no tenía que
temer por su hoja que ya estaba quebrándose.
No hay comentarios:
Publicar un comentario